SUJETO Y OBJETO
Por: Carlos A Sabino.
En el proceso de conocimiento es posible encontrar siempre estos dos elementos, sujeto y objeto, entre los cuales se dan relaciones de singular complejidad. Por sujeto entendemos a la persona o grupo de personas que elabora el conocimiento; el conocimiento es siempre conocimiento para alguien, pensado por alguien, en conciencia de alguien. Es por eso que no podemos imaginar un conocimiento sin sujeto, sin que sea percibido por una determinada conciencia. Pero, de la misma manera, podemos decir que el conocimiento es siempre conocimiento de algo , de alguna cosa , ya se trate de un ente abstracto – ideal como un número o una proposición lógica , de un fenómeno material o aun de la misma conciencia ; en todos los casos a aquello que es conocido lo denominamos el objeto del conocimiento.
En el proceso de conocimiento es posible encontrar siempre estos dos elementos, sujeto y objeto, entre los cuales se dan relaciones de singular complejidad. Por sujeto entendemos a la persona o grupo de personas que elabora el conocimiento; el conocimiento es siempre conocimiento para alguien, pensado por alguien, en conciencia de alguien. Es por eso que no podemos imaginar un conocimiento sin sujeto, sin que sea percibido por una determinada conciencia. Pero, de la misma manera, podemos decir que el conocimiento es siempre conocimiento de algo , de alguna cosa , ya se trate de un ente abstracto – ideal como un número o una proposición lógica , de un fenómeno material o aun de la misma conciencia ; en todos los casos a aquello que es conocido lo denominamos el objeto del conocimiento.
La relación que se articula entre
ambos términos arriba señalados es dinámica
y constante. Por una parte podemos
decir que el sujeto debe situarse
frente al objeto como algo externo a
él, colocado fuera de sÃ, para poder examinarlo. Hasta en el caso de que
quisiéramos analizar nuestras propias sensaciones y pensamientos deberÃamos
hacer esa operación, es decir deberÃamos objetivarnos (“desdoblarnos” en una
actitud reflexiva) para poder entonces situarnos ante nosotros mismos como si
fuéramos un objeto más de conocimiento. Este problema, la necesidad de
objetivar elementos propios del sujeto para poder conocerlos es uno de los que
hacen más compleja toda investigación que se desenvuelve dentro de las ciencias
sociales y de la conducta.
Esta delimitación o separación no
es más que el comienzo del proceso pues, una vez producida, el sujeto debe ir hacia el objeto, acercarse al mismo, para tratar
de captar y asimilar su realidad. Es decir que el sujeto investigador debe
“salir de sÔ, abandonar su subjetividad, para poder realizar su intención de
comprender como es el objeto, de aprehenderlo. De otro modo permanecerá
encerrado en el lÃmite de sus conceptos previos, de sus anteriores
conocimientos, y no tendrá la posibilidad de alcanzar la objetividad, pues solo
podrá desarrollar su pensamiento pero fuera del contacto con la realidad
externa.
Este acercamiento del
investigador hacia su objeto puede considerarse como la operación fundamental,
la esencia misma de la investigación, pues es el que lo vincula con la realidad,
el que le permite conocerla. Para que tenga un sentido completo el investigador debe, en todo caso, volver
otra vez hacia sà mismo a fin de elaborar los datos que ha recogido,
reinterpretando al objeto a la luz de su contacto con él.
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